Nos encontramos ante una corona imperial por cuyas características formales ubicamos en el último cuarto del siglo XVIII. Constituye una imponente pieza de orfebrería que técnicamente combina la plata en su color, el oro y la plata sobredorada.
Conviene recordar que las coronas son unos ornamentos artísticos realizados en varios materiales, los cuales en el arte religioso aparecen a menudo vinculados a las imágenes escultóricas, especialmente marianas. Aunque son comunes desde la Edad Media, será en el Barroco cuando adquieran mayor profusión. Así pues, lejos de ser meros elementos decorativos poseen un rico significado que asociamos a la realeza de María.
Centrándonos en el objeto de nuestro estudio debe señalarse que desde el siglo XVII, en que se produjo la configuración iconográfica de la Virgen de las Angustias como Piedad, la corona aparece como un elemento esencial de su atuendo. No obstante en la actualidad Nuestra Señora de las Angustias ostenta de manera alternativa tres coronas: la que nos ocupa, la donada por Isabel II en el siglo XIX y la ofrecida por el pueblo —con motivo de su coronación canónica el 20 de septiembre de 1913—.
Formalmente está constituida por dos cuerpos donde se combinan las piezas cinceladas y repujadas. El primero de ellos es un canasto con tres frisos perfectamente diferenciados, decorados a base de rosarios de perlas y formas geométricas. El segundo cuerpo lo componen unos imperios de grandes dimensiones que emergen de unos destacados florones, tienen estructura convexa y poseen decoración de rosario de perlas y estrellas.
Están unidos por unos vistosos festones. La corona está rematada por una bola, a modo de orbe celeste, coronada por una cruz.
En el archivo de la hermandad de las Angustias encontramos un inventario fechado en el año 1810 que nos ofrece detallada información de una corona que coincide con la que nos ocupa:
«Alhajas con que está adornada Nuestra Señora en su trono […] vna corona de chapa de oro zincelada con ocho ymperios y siete festones en sus claros y vn reflexo interior, y la armadura también interior de plata sobre dorada, que pesada toda dicha corona en el peso de la confitería de don Pedro de Mañas, que es el que pudo proporcionarse en el momento, tubo nuebe letras y vna onza».
Dicha información es de gran interés ya que nos afirma que a comienzos del siglo XIX era utilizada por la imagen. Al mismo tiempo nos indica su peso considerable de nueve letras y una onza.
En otro inventario posterior se vuelve a hacer referencia a una corona de plata sobredorada al describir a la Virgen en su camarín de la siguiente manera: «la santísima ymagen con el Señor en sus brazos […] la media luna de plata y corona de plata sobre doradas con piedras verdes y blancas». Aquí se añade la referencia a la decoración con piedras verdes y blancas. Desconocemos pues la procedencia de esta corona, si bien podemos afirmar que cuanto menos desde comienzos del siglo XIX formaba parte del ajuar habitual de la Virgen y sin lugar a dudas se trata de una pieza singular dentro de las alhajas que integran el patrimonio de la Virgen de las Angustias.
José María VALVERDE TERCEDOR