La Obra Social de la Hermandad de la Virgen de las Angustias, inaugurada en 2015, atiende a 168 familias desfavorecidas.
“Seguro que la Virgen irá buscando los medios para ir ayudando a quien le haga falta”
“Siempre me había parecido muy injusto que yo tuviera tanto y otros tan poco. Me llena muchísimo poner mi granito de arena en esta Obra”
La Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de las Angustias se sustenta sobre dos pilares fundamentales, la piedad y la caridad, como reflejan sus vigentes Constituciones. En sintonía con la labor asistencial desarrollada por la Hermandad se erige su Centro Plural de Caridad, ubicado en el número 4 de la calle Castañeda e inaugurado el 8 de febrero de 2015 gracias al impulso del anterior Hermano Mayor, Francisco Salazar. En este inmueble, sede actual de la Hermandad, se desarrolla su Obra Social en la que el equipo de voluntarios, dirigido por el Vice-Hermano Mayor, Antonio González, atiende a 168 familias desfavorecidas. Les acompañamos en una de sus jornadas de trabajo.
Son las 9:30 de la mañana del miércoles. Todo está preparado en el almacén de la Obra Social para un nuevo reparto, tras el inventariado, viaje a Mercagranada y reposición de existencias, a través del Banco de Alimentos, llevada a cabo el día de antes. Los voluntarios de la Obra Social, provistos ya de su peto y guantes, empiezan a llamar a las familias, preparadas también con sus carritos y bolsas. Para evitar cualquier tipo de aglomeración y mantener siempre la distancia de seguridad se les ha citado previamente, distribuidas en distintas franjas horarias. Comienza entonces una intensa jornada de trabajo, que se prolongará hasta cerca del mediodía. El almacén se convierte, entonces, en un ir y venir incesante de voluntarios, todos miembros de la Hermandad, para llenar de fruta, verdura, alimentos de primera necesidad y productos de higiene personal los carros de cada familia. De forma paralela, en la oficina de la Obra Social se atiende telefónica o presencialmente a quienes solicitan ayuda, se realiza todo el papeleo y se actualiza la base de datos con las nuevas incorporaciones de familias. Todo canalizado a través de los informes previos de las Cáritas Diocesana y parroquiales, cumpliendo siempre con rigurosidad los requisitos exigidos y estudiando caso por caso las necesidades de cada familia. Son muchos los que se han quedado sin trabajo, tienen un salario mínimo, reciben alguna ayuda del Gobierno, no pueden llegar a fin de mes o les falta para comer.
Los orígenes
“Cuando se funda la Obra Social–hace memoria su responsable actual, Antonio González- lo más importante era proporcionarle ayuda a quien la necesitaba, pero esa ayuda no es solamente material porque la caridad cristiana abarca un poco más y se extiende a la necesidad moral y espiritual, que atiende la Parroquia y nuestros conciliarios. Esa es la idea que inspiró la fundación del Centro Plural de Caridad por parte del anterior Hermano Mayor, Paco Salazar”. A partir de ahí la Obra Social ha ido derivando en lo que es hoy gracias “a un trabajo primordial e importante, primero de Paco, y luego de las personas que empezaron, Manolo Urbano, Pepe Cachá y Antonio Folgoso. Lo único que tenían eran sus manos, sus propios vehículos y sus propias iniciativas para darle al que no tenía. Empezaron por un economato pequeño y alrededor de treinta familias, pero había que hacerlo todo de una manera más reglada”. Por ello, cuando Antonio González asumió la responsabilidad de la Obra Social hace tres años “se hicieron todas las documentaciones necesarias para entrar a formar parte, como una organización, del Banco de Alimentos. El siguiente paso fue abrirnos a las ayudas del Ministerio de Agricultura y Pesca, con el reconocimiento como organización asociada de reparto y destinataria de subvenciones por el Fondo de Ayuda Europea para las personas más desfavorecidas, Fead. De esta forma se fueron incrementando también los voluntarios de la Obra Social en función del número de personas que hemos ido ayudando. Para mí esto es un trabajo de todas las personas de la Hermandad y hacen falta manos”.
Un número que no para de crecer
Todo es poco ante tanta necesidad y la creciente crisis económica provocada por la pandemia ha generado que el número de personas atendidas actualmente por la Obra Social –alrededor de 600- se haya duplicado prácticamente con respecto al pasado año y obligado a que el reparto habitual de los miércoles se incremente con el del jueves para equilibrar esfuerzos y evitar sesiones maratonianas. “Teniendo en cuenta que el noventa por ciento de las Cáritas parroquiales no dan alimentos y que en Granada capital sólo reciben ayuda del FEAD la parroquia de Santa Micaela y nosotros, asegura Antonio, “lo que hice fue canalizar las ayudas alimenticias a través de la Obra Social. Por ello hemos pasado de 96 familias el año pasado a 168 al venir familias derivadas de Cáritas Diocesana y Cáritas parroquiales de Granada y el cinturón metropolitano”
Sentimientos encontrados
Ver tan de cerca las carencias y los problemas de las personas que se acercan a la Obra Social para recoger sus alimentos o pedir ayuda es algo que, indudablemente, hace mella en el ánimo de todo el voluntariado, tal y como se desprende de las palabras de algunos de estos colaboradores. Por ello, a la plenitud y la satisfacción que sienten por saber que lo han dado todo, se unen también sentimientos de tristeza por la situación en que viven estas familias y de cierta impotencia por no poder dar aún más de lo que está en sus manos. Y es que el trato continuado con todas estas familias hace que se les coja un cariño enorme.
Así lo reconoce una emocionada Elena González cuando se le cuestiona sobre qué representa para ella la Obra Social. “Llevo cuatro años en ella y el sentimiento es un poco raro. Cuando salgo de aquí me siento cansada, satisfecha y feliz por ayudar a los demás, pero culpable también de no tener más para darles porque nos piden cosas que no tenemos y es algo con lo que no puedo”. Su caso es un ejemplo de solidaridad en familia porque, junto a ella, también están en la Obra Social su marido, José Antonio Parejo, y su hija Cristina. “Mi marido fue quien me metió en esto y, a raíz de que tuvo una enfermedad, vine a suplirlo y me quedé. Mi hija se ha introducido a través mía y colabora mucho en tema de oficina”. Aunque son muchas las personas con las que trata, a Elena le ha marcado especialmente “una señora con muchísima familia, a la que le doy todo lo que podemos porque tiene nietos que dependen también de ella, al igual que un matrimonio mayor que es un encanto por la educación que demuestran y por el respeto con que nos piden. Me impacta que con la edad que tienen tengan que venir a recoger alimentos”.
Pese a llevar aún pocos meses Cristina califica la experiencia de dedicar su tiempo a los demás como “muy buena. Es muy agradable poder ayudar, pero cuando estás en la oficina y todos los días vienen tres o cuatro familias porque no tienen es una pena. Incluso, sacerdotes de parroquias sin Obra Social nos piden que ayudemos a alguna familia.”
La más benjamina del grupo, Irene Cañizares, se siente plenamente integrada en el equipo de voluntarios, a los que considera “una pequeña familia”. Se incorporó a finales del pasado año “porque quería hacer un voluntariado y siempre me había parecido muy injusto que yo tuviera tanto y otros tan poco. Me llena muchísimo poner mi granito de arena en esta Obra y aunque pueda solucionar muy poco creo que puedo hacer un pequeño balance con mi ayuda”.
Solidaridad al volante
Manolo Mata y Juan Hinojosa se muestran igualmente satisfechos por la labor que realizan, que en su caso se desarrolla también fuera de la propia Obra Social, al volante del furgón propiedad de la Hermandad. A la recogida de alimentos en Mercagranada para reponer el almacén de la Obra Social se suman los repartos periódicos que realizan en algunos conventos, beneficiarios de ayuda. Juan asegura que “nos reciben siempre con amabilidad, con ese agrado tan especial que tienen las religiosas. A veces nos ofrecen hasta refrescos. Te das cuenta de la labor que estás haciendo con los demás y es algo muy gratificante. Te sientes grande de poder ofrecer algo por gente necesitada”.
Manolo Mata, el más veterano de los actuales voluntarios, lleva prácticamente desde sus inicios en la Obra Social y reconoce que “es lo mejor que me ha podido pasar. Ayudar lo considero ya como un hobby y si hay que venir más días, aquí estaré”.
El futuro de la Obra Social
Una pregunta cae por su propio peso cuando se observa el ritmo creciente de familias a las que atiende la Obra Social, teniendo en cuenta la propia capacidad de la Hermandad y el volumen de trabajo que ello conlleva ¿Hay un tope o un numerus clausus? “Yo no se lo he puesto” responde Antonio González. “Seguro que la Virgen irá buscando los medios para ir ayudando a quien le haga falta. Yo sólo estoy a disposición de Ella y nunca he pensado por mí. La Hermandad ha hecho un gran esfuerzo, pero tenemos detrás una buena intendencia y una buena red con el Fondo Europeo y el Banco de Alimentos. Lo que cuesta es el esfuerzo de las personas que vienen a ayudar. Esta es la Obra Social de la Virgen de las Angustias y ese apellido lo tiene que llevar. Por eso, los nuevos petos que tengamos lucirán por detrás “María, protégenos con tu manto” para que sintamos que cuando hagamos algo sea en nombre de Ella. Cuando alguien viene y te hace llorar es una ratificación más de porqué estás aquí. Porque a mí, y no me da vergüenza decirlo, se me corta el habla y se me caen las lágrimas. Ahora siento a la gente y a sus problemas más cerca. Cuando veo la pena y la necesidad y esa pena me arranca el alma es cuando más me reafirmo en que debo estar aquí. ¿No es duro ver a un niño, que viene con sus padres, y te hace fiestas porque le has dado galletas o Cola Cao y él sabe que no tiene para comprarlo? Yo me rompo, y luego pienso en mis nietos. Por eso hago esto”.
Por María Dolores Martínez
Formas de colaborar
Aquellos que deseen colaborar con la Obra Social pueden hacerlo de distintas formas: Mediante la aportación de alimentos no perecederos o productos de higiene personal en el Centro Plural de Caridad (miércoles y jueves, de 9:30 a 13:00 horas). También mediante una aportación mensual o donativo al siguiente número de cuenta de la Obra Social: Caja Rural Granada ES42 3023 0120 1358 2337 1504
Los que deseen contactar con la Obra Social para recibir ayuda o prestarla pueden hacerlo a través del teléfono 681016047 (lunes a viernes por las mañanas)