“La oración te afianza en momentos de dudas, miedos e incertidumbre de no saber lo que nos puede pasar”.
El matador David Fandila ‘El Fandi’, una de las figuras más destacadas del toreo, no se esperaba que su primera hija, Manuela, naciera en un día tan grande y tan querido para cualquier granadino, como es el 15 de septiembre. Un guiño y toda una bendición de la que –reconoce- siempre ha estado ahí para darle confianza, ampararle con su manto y hacerle el quite providencial en los momentos de especial peligro. Siente una enorme devoción por la Santísima Virgen de las Angustias y pasea con orgullo su nombre y su imagen por todo mundo, como lo hace también con el Santísimo Cristo de la Misericordia, la Virgen de las Nieves, la del Rocío o la Pilarica. Y es que la que vive en la Carrera tiene “algo especial y mágico, que no se siente en cualquier parte”.
Ha vuelto a casa por Navidad tras cumplir con éxito la primera parte de sus compromisos en América. Este domingo actuará de nuevo en Cali (Colombia) ¿Cómo ha sido ese reencuentro con las aficiones de Ecuador y de Lima?
Muy bien, la verdad. No embistieron demasiado los toros pero había un ambiente muy bonito en Ecuador y se notaba que la gente tenía muchas ganas de toros, al igual que en Lima, donde llevaba cuatro años sir ir.
El mundo del toro ha pasado por dos temporadas especialmente difíciles y ha sido uno de los sectores más castigados por la pandemia ¿Se empieza a ver la luz?
Después del parón, por lo menos este año se ha movido el carro. Se han dado festejos y todos hemos ido ayudando y empujando en la misma dirección. Conforme ha ido avanzando la temporada todos tenemos la esperanza y la ilusión de que el 2022 empiece al cien por cien y que las ferias grandes se celebren con el número de corridas que deben. También en los pueblos, donde ha habido mucho parón. 2022 también será año de elecciones y eso siempre mueve muchas cosas. Hay que ser optimistas de que el año empiece con mejor pie.
Para un granadino y gran devoto de la Virgen de las Angustias como usted, sería todo un regalo que su primera hija, Manuela, naciera el pasado 15 de septiembre, pese a que se la esperaba para el día de San Miguel…
No podíamos haber soñado un regalo mejor. Le tengo un cariño especial y mucha devoción a la Virgen y aparte de que Manuela nació fenomenal, que fuera en un día 15 lo convirtió en algo aún más emocionante.
Está claro que con su ‘Manolita’ ya le ha tocado el Gordo de la Lotería de Navidad este año y, además, va a tener un Niño Jesús muy especial en casa ¿Cómo vivirán estas primeras Fiestas con ella?
No sé hasta qué punto nos cambiarán porque es muy pequeña aún y, además, me tocará estar fuera cuatro días en América, pero deseando que crezca un poco para que sepa que es Papá Noel o los Reyes Magos y la disfrutemos mucho más.
Lo que es indudable es que la pequeña tiene sangre torera por los cuatro costados, al ser también nieta del gran maestro Paco Ojeda. ¿Le preocupa que tenga tanta casta?
No. Estoy feliz por como son todos por ambas partes y si saca un poco de los dos lados tiene muchos motivos para ser una mujer increíble.
Estar al lado de una mujer como Yolanda, que ha vivido lo que es ser hija de un torero y comprende, por tanto, esta profesión. ¿Ha sido para usted también una bendición?
Sirve mucho. Lo ha vivido en primera persona y eran también otros tiempos. Sabe cómo funciona esto y eso colabora. Lo que no sabría decirte es si le ha servido más a ella o más a mí. Congeniamos muy bien los dos desde el primer minuto y estamos más que felices. Da igual que tuviera más o menos práctica porque, al final, cuando conoces a alguien lo importante es que te quiera, te comprenda y te respete.
La Virgen del Rocío fue también la gran protagonista de su boda en Almonte. ¿Qué representa para ustedes?
Siempre me ha gustado y ha estado presente porque es una imagen que nos representa a todos los andaluces. En el caso de Yolanda ha sentido esa devoción desde pequeña porque vive muy allegada al Rocío y es la Virgen que lleva a todas partes. Le hacía todavía más ilusión casarse allí y fue increíble pese a que no pudo ser en la ermita del Rocío por la pandemia. Al final nos alegramos porque ver a la Virgen vestida de Pastora en esa iglesia más pequeña, donde fue todo más acogedor, hizo de la ceremonia algo increíble.
A la Virgen de las Angustias y al Señor del Patio de la Basílica, a los que cariñosamente llama los Jefes, les hace una visita cada vez que está en su tierra. ¿De dónde le viene ese amor por Ellos?
Desde pequeño, junto a mis padres, siempre los hemos tenido presentes y los visitaba cada vez que pasábamos por allí. Cuando vivía en Granada, relativamente cerca de la Basílica, siempre que podía me escapaba y teníamos nuestras conversaciones. Ayuda un montón porque es un pilar fundamental de mi educación como cristiano, en los momentos buenos y no tan buenos. Y más que pedir, tengo muchos más motivos para darles las gracias.
Usted es un gran embajador de su Patrona y pasea el nombre de la Virgen de las Angustias por todo el mundo. ¿Ha notado el cariño por Ella fuera de nuestra tierra?
Sí, aunque cada uno tiene sus raíces y tira para esa imagen que quizás le represente más. Es algo muy personal. Al final sólo hay un Señor y una Virgen y da igual la imagen que le pongas, si bien es verdad que cuando hablas de la Patrona de Granada a la gente que ha tenido la oportunidad de conocerla y ha visitado su Basílica dicen que es algo increíble y no se olvidan.
En dos de sus capotes de paseo está bordada la imagen de la Madre de todos los granadinos. ¿Qué otras imágenes le acompañan en los paseíllos?
Le tengo un cariño muy especial a un capote con la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia. Soy muy devoto de Él y también de la Virgen de las Nieves, que estuvo muy presente en mi juventud. Es la Virgen que tenemos en Sierra Nevada, donde he vivido, y sus romerías son increíbles. También tengo capotes con la Virgen del Pilar, porque la feria de Zaragoza ha sido una feria muy importante para mí en mi vida profesional y a La Pilarica le tengo muchísimo cariño porque me ha ayudado siempre mucho.
En el caso del Silencio, donde ha sido costalero ¿cómo empezó en usted esa devoción?
Es peculiar porque cuando vivía en Sierra Nevada bajábamos siempre los jueves a ver procesiones. Siendo pequeño veía pasar al Santísimo Cristo de la Misericordia, se me ponían los pelos de punta y sentía cosquillas en la barriga. Más adelante me metí en la hermandad y fui costalero durante más de diez años. Cuando he estado debajo de Él en la procesión o en su capilla, frente a frente, con esa poca luz, el Señor te llega y te hacer sentir algo diferente. Como es Él.
Hace unos años tuvo la oportunidad de estar cara a cara con la Santísima Virgen de las Angustias, en su camarín, cuando las camareras acababan de cambiarla para su procesión. ¿Sintió también algo especial?
Si. La sensación de que tiene algo especial y mágico, que no se siente en cualquier parte. Cuando tienes tan cerca a la que tanto quieres, has dado gracias y has pedido es una experiencia muy difícil de explicar con palabras.
Hay dos momentos de especial recogimiento para usted cuando se viste de torero: la oración frente a la capilla personal que monta en la habitación del hotel, cada día de corrida, y la que hace en las capillas de las plazas en las que actúa. Con respecto a la primera ¿cuánto tiempo tarda en montar esa capilla y qué imágenes u objetos le acompañan siempre?
Tardo poco porque no es una capilla demasiado grande. En ella están las imágenes de la Virgen de las Angustias, la Virgen de las Nieves, el Santísimo Cristo de la Misericordia, la Virgen del Pilar, San Martín de Porres y San Juan de Dios. Luego, aparte del pañuelito de la Virgen de las Angustias, lo que siempre tengo guardadas son cosas especiales que la gente me ha ido regalando con enorme cariño a lo largo de mi trayectoria, como medallas, crucecitas e imágenes pequeñas. Me gusta tenerlas presentes y las tengo cosidas en la pared de la capilla. En la caja de las monteras también tengo muchísimas. Las voy guardando.
¿La oración le da una fuerza y un valor especiales?
Lo que te da es un apoyo. Te afianza en momentos en que uno tiene dudas, miedos y la incertidumbre de no saber lo que nos puede pasar. Es un pilar importante que te hace tener esa confianza en ti y en que tienes a Alguien que te va a echar un cable siempre. Saber que tienes ese punto de salida es muy importante en mi profesión.
Con respecto a las capillas de las plazas ¿cuál le ha impactado más o en cual se ha sentido más a gusto?
Hay algunas increíbles pero, con especial diferencia, la de la Real Maestranza de Sevilla porque le tengo mucho cariño, es muy bonita y acogedora y he pasado algún que otro mal ratillo allí. Me gusta ir con tiempo para dedicarle tiempo a la oración y disfrutarla porque allí desconectas más de todo. La verdad es que estar en esa plaza, desde que entras por el patio de caballos, es algo único.
A lo largo de su trayectoria ¿ha notado de forma especial que el Señor y la Virgen le han hecho el quite o lo han librado de algún peligro?
Siempre es una gracia terminar una corrida y saber que Ellos están ahí. Hay veces que es cuestión de centímetros o un paso que se da forma inconsciente sin saber porqué. No sabes si tienen algo que ver o no, pero lo cierto es que he tenido diecinueve cornadas y podrían haberme cogido más toros y no ha pasado nada. Bajo su manto siempre me siguen echando un capote. Me gusta pensarlo y sigo creyéndolo.
¿Cuándo lo veremos portando la imagen de la Virgen por las calles de Granada?
Le tengo un gran respeto a eso. Ser costalero del Silencio me costó un tiempo y lo que me gustaba era que nadie sabía que estaba abajo. Todo tiene su momento y ojalá tenga la oportunidad. Mientras tanto, la seguiré disfrutando el día de su procesión y todas las veces que paso por Granada.
Por María Dolores Martínez