Sendas puertas en el lado de la Epístola comunican la nave de la iglesia y el altar mayor con la sacristía, pieza esencial de paso y de encuentro, al comienzo y al término de las funciones religiosas, donde los sacerdotes se revisten y preparan para celebrar.
Una ojeada rápida a este recinto nos revela su concepción como una capilla, rectangular, con seis tramos delimitados por los muros y dos pilares en su centro. Ciertamente fue una capilla, con sala de juntas y bóveda subterránea, edificada por el maestro Juan Rivas entre 1725 y 1728 para la Esclavitud de Nuestra Señora de la Angustias, una versión más popular de la Real Hermandad que pervivió durante los siglos XVII y XVIII, contando con la presencia en sus filas del Arzobispo de Granada e incluso del Rey. El emblema de la Esclavitud (una ese enroscando un clavo), en este caso en óvalos de color verde, puede verse repetido en este recinto entre la hojarasca en yeso de sus paredes y bóvedas, propia del siglo XVIII, realizada por Juan Fernández.
La amplitud de esta capilla se redujo con la apertura de dos despachos parroquiales en el testero que da a la Acera del Darro, en tiempos del párroco D. José Fernández Arcoya. Aun así es espaciosa y presenta una colección de tondos con retratos de arzobispos de Granada que vivieron durante los siglos XIX y XX y que se han distinguido por su fervor hacia la Virgen de las Angustias. Completan el ciclo otras pinturas de temática religiosa, como la curiosa representación pictórica de Nuestra Señora de Valvanera, patrona de La Rioja, diversas cornucopias con espejos de procedencia sevillana y una hornacina con un Ecce-Homo de vestir de medio cuerpo, obra de escuela granadina.
Sin embargo, las dos representaciones más destacadas se encuentran en los lienzos centrales de este este recinto, situados por encima de las cajoneras. Una es la representación de la aparición prodigiosa de la Virgen de las Angustias, que incluye el relato de esta leyenda; es obra de juventud del pintor José Suárez Peregrín (1928). Frente a ella aparece el imponente Crucificado que fue titular de la Hermandad y, por tanto, partícipe en su estación de penitencia durante la Semana Santa. Fue ejecutado por el genial Pablo de Rojas en 1582 y desde el año 2013 se le conoce como Cristo de la Fe. Obra excelsa de la escultura granadina, se presenta bajo un dosel de damasco rojo y tiene a sus pies la cabeza de María Dolorosa, pieza muy posterior. El Crucificado ha protagonizado en los últimos años un besapiés y vía crucis cuaresmal, organizados por la Hermandad.
