En estos tiempos de confinamiento, entre la resignación, la ansiedad, el dolor y la ausencia, el granadino echa de menos volver a encontrarse con la Virgen. Porque, coincidirán conmigo en que cuando acabe esta clausura podría seguir cerrada la Alhambra, Sierra Nevada, nuestros locales de reunión y ocio o la Universidad, pero que no nos priven de visitarla. La Virgen de las Angustias es el alma de Granada. Solamente Ella sabe realmente lo que estamos pasando sus hijos, porque es la receptora de todas nuestras plegarias. La Virgen de las Angustias es el consuelo de los ancianos, la salud de los enfermos,y el refugio de tantas personas que hoy se encuentran con María mirando su estampa. Más pronto que tarde, llegará por fin ese día en que volvamos a salir a la calle, pero no será completo el regreso hasta el momento en que se abran las puertas de la basílica. ¿Alguna vez lo han pensado? Seguramente en estos 475 años que conmemora la hermandad, la Virgen nunca haya estado tanto tiempo sin recibir la visita de sus devotos. Sin embargo, Ella ha querido que en este 2020 experimentemos su amor en el hermano y vivamos con el consuelo de tenerla cerca, esperándonos como siempre, en la Carrera.
Entre los momentos extraordinarios que hemos vivido como hermandad, recordamos especialmente el 2013, centenario de la coronación. Aquel año celebramos los cultos de septiembre con la Virgen en la Catedral. Como aquella, pocas son las veces en que las Angustias ha estado fuera de su templo varios días: cuando fue acogida en Santo Domingo en el siglo XVIII, a consecuencia de la invasión de los franceses en 1810 y por el incendio de su camarín en 1916. Entonces sentíamos la orfandad de una basílica que pierde sentido sin Ella, ya que tanto su planta de peregrinación, como su iconografía están centradas y culminan en su figura, pero nos emocionábamos y participábamos de la diáspora de devotos al templo metropolitano, movidos por la fe. Este año, en que de nuevo conmemoramos un acontecimientos extraordinario, con la Virgen sola, en su camarín, se hace más presente que nunca la famosa coplilla: “la Virgen de las Angustias/ la que más altares tiene/ porque no hay granadino/ que en su percho no la lleve”.
Doy todo mi ánimo a los que sufren en estos días y dirijo mis oraciones a los que ya descansan junto a la Madre. Recordad que todos somos unos privilegiados porque bajo el manto de la Madre de Dios nunca estaremos solos. Seguimos a tus plantas, Señora. Nos consta que nos esperas como siempre, en tu Carrera.
¡Viva la Virgen de las Angustias!
José María Valverde Tercedor