El Hijo viendo a su Madre
angustias que da en llamarla
y entre los brazos al Cristo
no puede menos que amarla.
¡¡Que tarde aquella!! La Señora despacito por el jardín de la Carrera entre olores a acerolas, ajoletas, almencinas y colores de frutas maduras, entre el bullicioso silencio de la gente del pueblo, vestida de nuevo, para ver a la Señora.
Este año va a «San Juan de Dios», se escucha así de corrido, para que sea más suyo, y lo susurran como para no romper el encanto de la tarde. Y ella poco a poco, en su lento señorío, como a sal titos, para quitarle gravedad al momento, avanza sobre las cabezas de Granada como queriendo indicar el camino, que lleva a San Juan de Dios o a Cristo, que es él mismo. La CARIDAD.
Hacer el itinerario de Cristo y con Cristo. El es el hombre para los demás, por eso la Señora lo lleva a la casa del que fue para los demás, Juan de Dios, «Es que hace cinco siglos que nació», comentan algunos. Y ella orgullosa lo va enseñando así a Granada, como el camino que ella misma sigue para llegar al cielo. La CARIDAD.
Granada sigue a la Señora, entre suspiros encendidos, brillando los recuerdos, floreciendo los buenos deseos, acogiéndose bajo su manto; muchos han seguido sus pasos, han hecho de su vida una entrega generosa, la siguen por las calles y con el corazón y siguen su consejo «HACED LO QUE EL OS DIGA«, imitad la CARIDAD.
Poco más de las cinco, ya pasa gente por la puerta de San Juan de Dios, abriendo paso a la Señora, el Padre de los Pobres en la puerta, como pidiendo e invitando a la misericordia, con el Cristo, no en el regazo como ELLA, sino en la mano va viendo pasar a Granada entera, EL no mira a Cristo, lo está enseñando, está diciendo a cuantos miran, que son todos, Cristo es el enfermo, el pobre, miradlo y tratadlos a ellos como lo haríais con EL; como lo hacía yo cuando estaba entre vosotros, socorriendo, ayudando, mimando a pobres tullidos, locos, paralíticos viejos y niños, hasta desvencijarme, porque eso es CARIDAD.
Es ya en río la calle, una masa gris que se mueve como regida por una fuerza oculta; al final un resplandor ¡es la Señora!. Se mezclan la música, los cantos y el sonar de las campanas. ¡»Han puesto nuevas»! dice unos ¡»Que son las mismas»!, protestan los del barrio, como si les quitasen algo suyo; «lo que han hecho ha sido quitar los andamios de la fachada para que pase la Señora», y valla si estaban quitados y la fachada como un jaspe. En la calle junto al Santo, los enfermos del hospital ¡qué caras! ¡qué expresiones!, algunos hacía años que no veían a la Señora. Por sus rostros corrían lágrimas de emoción y de dolor, tan maltrechos estaban como el Hijo que llevaba en brazos. ¡¡Madre ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte!!.
Sólo por proporcionar a nuestros enfermos este momento nunca estaremos suficientemente agradecidos a la Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias, el detalle de haberla traído hasta aquí. Porque eso es CARIDAD.
Y llegó el momento, docenas de cohetes estallando en el cielo, las campanas como locas, el órgano cantándole: «Te aclama Granada entera, la Virgen de las Angustias la que vive en la Carrera». La Virgen se para:
¿Dó, venís, Reina del Cielo,
remedio de nuestra vida,
Angustias por Dios herida,
que en Granada, sois consuelo?
El SANTO DE LA CARIDAD sale de su casa a ponerse ante la Señora. Vuelve a hacer, como siempre, una plegaria por el dolor de Granada, pero sobre todo por los suyos, los que están allí junto a EL. Los que duermen bajo su mismo techo y que ahora miran anhelantes; el humo del incienso se eleva con la oración del Santo por sus pobres. Los hijos de San Juan de Dios rodeando a su padre miran a la Madre. SEÑORA, llevad la medalla de nuestra casa como recuerdo de que pasasteis por ella. Entre aplausos, campanas, músicas y cohetes sale la Señora, «lleva otra cara», «parece que no va tan triste», «va más guapa» comentan. «Ya se va pa la Carrera».
Fray Juan José Hernández Torres O.H.
Rector de la Basílica de S. Juan de Dios
Historia y Devoción – Numero 3 – Año 1996
