Parafraseando el título de la Patrona de Roma, que se nos ha hecho habitual en los pasados días de Semana Santa, es evidente que el pueblo de Granada ha buscado siempre la salud en la Sagrada Imagen de Nuestra Señora de las Angustias.
Y eso comprende a todas las epidemias sufridas por la ciudad, aunque la más señalada fue tristemente el cólera en el siglo XIX, al que ya se ha aludido en uno de los relatos de esta sección. Porque el cólera azotó a Granada en cuatro oleadas desde 1833, con unas cifras que, aun en las circunstancias actuales, nos hacen enmudecer: más de 10.000 bajas en 1834, unas 3.500 en la de 1855, apenas 700 en la de 1860 (benevolencia atribuida a la Virgen de las Angustias, según Francisco A. Hitos) y al menos 5.500 en la de 1885. Así lo extraemos de la “Historia de Granada” publicada en 1996. Hitos cuenta hasta 500 fallecidos en un día de agosto de 1885.
Huelga comentar la conmoción que esto supuso para la ciudad, que contemplaba desconcertada aquella sucesión de fallecimientos, algunos de forma súbita, y también la diversidad de reacciones, conductas y actitudes que despertaban, fácilmente reconocibles actualmente en el día a día pese al paso del tiempo, y en aquel entonces con el añadido negativo del atraso de la ciencia médica y de los medios sanitarios. El P. Hitos ya se quejaba en su libro de 1929 de que “las lecciones de las experiencias que de aquellas épocas aprendimos nos hayan servido de poco para lo futuro”. Aun así, se extremaron las medidas, que adoptaba la Junta de Sanidad, y se observó siempre una preocupación mayor pos los sectores sociales más desvalidos –”los barrios extremos eran los que más padecían” –, aunque a todos afectó la enfermedad y, de hecho, el mismo arzobispo de Granada falleció contagiado en 1885, después de asistir en persona a enfermos algunas noches.
Dejemos la crudeza de aquellos momentos, para observar en quién fiaba la ciudadanía en general la recuperación de la salud. Y aquí el protagonismo correspondió lógicamente a la Virgen de las Angustias. Generalmente se acudía a Ella en dos tiempos: el de rogativa y el de acción de gracias. En las rogativas la Imagen Patronal gozaba de la cercanía del pueblo. Puesta en andas, era visitada tanto en su iglesia como en la Catedral, porque en todas esas ocasiones iba al templo metropolitano y permanecía allí rodeada del fervor de los granadinos, al menos lo que duraba una novena. Pero fueron muchos más días los que permaneció en la Catedral: hasta veintiséis días en 1834 y aproximadamente un mes en 1855. Ante el temor de la ciudad a un nuevo contagio, que afortunadamente no se produjo, la Virgen estuvo de nuevo en la Catedral a comienzos de febrero de 1866 (meses más tarde se postró ante Ella en su templo la reina Isabel II). En 1885, tras rogativa y septenario en su iglesia, se llevó a la Catedral.
La acción de gracias consistía en una solemne función que se celebraba en el templo matriz de la Iglesia de Granada, lo que implicaba el traslado hasta él de la Imagen Patronal y, por supuesto, una procesión de regreso. En 1855 volvió a su templo acompañada de una corte de siete santos: Santa María Magdalena, San Roque, San Nicolás, San Rafael, San Sebastián, San Miguel y San Cecilio, muchos de ellos invocados en momentos de enfermedad. Tal reconocimiento mereció la ofrenda de un manto por parte de la reina Isabel II, prenda que llegó a Granada al año siguiente. En 1860, tras tres meses de penosa incertidumbre, la Virgen fue llevada a la Catedral el 15 de septiembre “acompañada de todo el pueblo” para la función de acción de gracias del día siguiente, en la que predicó D. Antonio Sánchez Arce y Peñuela, chante de la misma catedral de Granada, sermón que se conserva bellamente editado. El “Te Deum” de acción de gracias de 1885 en la Catedral, el 15 de octubre, congregó a 12.000 personas y la procesión de regreso con la Virgen de las Angustias tardó dos horas en salir del templo catedralicio.
Fue esta acción de gracias la más significativa. Tras ella, las actas del Ayuntamiento de Granada recogen la participación de la corporación municipal en la función que se celebraría el sábado 31 de octubre de 1885, ya en el templo de la Carrera. El célebre concejal D. Antonio Afán de Ribera dio cuenta en cabildo de 26 de octubre de la contribución económica personal de los concejales y de la asistencia a “una función de Iglesia a Nuestra Señora de las Angustias en acción de gracias por haber terminado la epidemia”, invitando a su vez al Arzobispo y al célebre orador D. Emilio de la Rosa, canónigo del Sacromonte, para que pronunciase el sermón.
Granada llevaba por entonces su fervor a la Virgen de las Angustias hasta el paroxismo: el 30 de enero de ese año formulaba su Voto a la Virgen de las Angustias tras el funesto terremoto que sufrió la comarca de Alhama el día de Navidad anterior (1884); el 14 de mayo de 1885 el arzobispo D. Bienvenido Monzón, tres meses antes de morir y ya preconizado como arzobispo de Sevilla, pedía a Roma la declaración del patronazgo oficial de la Virgen de las Angustias sobre Granada, en octubre esta venerada Imagen fue acreedora de esa solemne función de acción de gracias, y en 1886 varios devotos costearon la campana de “la Trinidad”, testigo material de la acción de gracias, para una de las torres de las Angustias “en memoria del cólera”, fundida por Ricardo Díaz Muriel. Finalmente el papa León XIII accedió al nombramiento de patrona “canónica” de Granada –como reza en las estampas– de la Virgen de las Angustias el 5 de mayo de 1887, pero en realidad se le aclamaba como Patrona al menos desde dos siglos atrás.
Este año 2020 la Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de las Angustias tiene previsto acercar la bendita Imagen Patronal a hermanos y devotos precisamente el día 31 de octubre, sábado también, cuando se cumplan exactamente 135 años de aquella función tan significativa de 1885, auspiciada por el Ayuntamiento de Granada.
Y así seguiremos dando gracias a Dios, por la mediación de Nuestra Señora de las Angustias, “Salus Populi Granatensis”.
El Hermano Mayor