La dimensión caritativo-social ha sido una constante en la vida de la Hermandad desde sus inicios en el siglo XVI. Sus primitivas Constituciones ya incluían diversos capítulos de ayuda en favor de los hermanos, sobre todo en los casos de enfermedad (con la lógica baja laboral) y en el momento del fallecimiento, con amplias prestaciones en relación con el entierro y sepultura. Aquellas prácticas eran una fiel expresión de la caridad cristiana. Y precisamente ese espíritu les empujó a dar un paso más: la fundación de un hospital.
Cuando el rey Felipe II favoreció a la Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias con la concesión de terrenos en el paraje de las Tinajerías (terrenos que ocupan hoy la basílica y todas las dependencias de la Parroquia y de la Hermandad) fue con la intención de levantar una iglesia y de fundar un hospital. Este tardó en llegar, aunque de forma provisional comenzó a funcionar en 1645, justamente cuando la Hermandad cumplía su primer siglo de vida. Y ya de forma estable funcionó continuadamente por espacio de siglo y medio a partir de 1674. Aquel hospital, de siete camas, con piso alto y bajo, incluyendo su capilla, admitía enfermos de toda la ciudad y aún foráneos, y era preferido por los granadinos por sus reducidas dimensiones y buen trato.
El hospital, que supuso una enorme inversión año tras año para la Hermandad, se perdió pero no la dimensión caritativa de la corporación. Siempre la ha ejercido de una forma callada y está presente en sus Constituciones actuales, que recogen atribuciones en materia de caridad para la Junta de Gobierno, y en particular para el Vice-Hermano Mayor y para el Vice-Tesorero, al que corresponde la prefectura de Caridad.
Como fruto del Centenario de la Coronación Canónica de la Santísima Virgen de las Angustias, la Junta de Gobierno encabezada por Francisco Salazar dispuso la adquisición de un local para establecer en él la Obra Social de la Hermandad. Desde 2015 viene funcionando con regularidad este Centro Plural de Caridad, situado en la calle Castañeda, nº. 4. Fue bendecido por el Vicario General y Capellán Mayor de los Reyes Católicos, D. Manuel Reyes Ruiz, el 8 de febrero de ese año.