Muchos egoístamente pensamos en nuestra suerte
pero…¿y aquellos que arrastró la muerte?
¿quién se acuerda de ellos?
tú que puedes contarlo
no deberías olvidarlo
que esos ancianos, enfermos, jóvenes,
han dejado en todos algo,
que no se vaya su recuerdo evaporado,
que vuelva su memoria en cualquier lado
pues ellos fueron también fuertes,
todos debemos haber aprendido
que una lección nos han dado,
que no sean cuerpos despreciados
que no sean memorias en el olvido,
que si se fueron aquí han dejado
mucha parte del deber cumplido.
Ahora tú que estás vivo
no seas egoísta,
sigamos todos su pista
aprendamos de los que se han ido,
que muchos sin tener vida
dejan mucho a los vivos,
y algunos teniendo vida
nada aprenden ni dejan en el camino,
el que no aprendió de los que perdimos
debe ser un ser extraño
que ni siente ni padece
y que de corazón anda tacaño,
por eso en agradecimiento a los idos
como en las guerras a los caídos,
rindamos muchos honores que debieron ser en vida,
pero aún así en tardío momento
le debemos todo reconocimiento
a los que se fueron sin tener despedida.
Así que valora a los tuyos
y a los que les tienes sentimiento,
y hazle suyo, también
este desprendido llamamiento,
que se me cae en tormento interior
y en lágrimas que contengo,
es el sentir general
nuestro y ajeno,
sabiendo que se va uno más
y no le ponen nombre ni cuerpo,
Dios danos la razón
que ya aprendimos del ejemplo,
cuídalos en tu corazón,
devuelve la humildad a tu pueblo,
el que no aprenda la lección
es que en su interior no hay nada bueno.
(Como dijo el filósofo Bécquer:
-que solos están los muertos-,
ya que los sucedemos
aprovechemos los momentos,
vida a la vida,
hueso al hueso,
acerquémonos al calor
de la llama del encuentro…
el que no aprenda la lección
es que en su interior no tiene nada bueno).
José Mª Mingorance Barrera